Algo
de mi vida 2
Esta
vez os cuento una de mis pasiones ocultas, cuando era pequeño los reyes no
solían pasar por el pueblo, en los años cincuenta había otras necesidades, un
año pasaron por mi casa, la única del pueblo, recuerdo que casi me como a mi
madre con un beso, yo sabía que eso era cosa de ella, mi padre no tenía muchos
detalles, también sabía que los reyes eran los padres y que también eran
importantes otras cosas, quizás más necesarias, pero para un niño recibir un
juguete era como darse un gustazo.
Me regalaron un camión de bomberos de lata y a mi hermana una muñeca rubia muy guapa, por supuesto que me encantó el regalo, pero de vez en cuando lo intercambiaba, después de un tiempo incluso me gustaba más jugar con la muñeca, a decir verdad, nunca entendí por que los niños no podían jugar con muñecas.
Después de cumplir con mis deberes patrios, un día los
reyes me trageron una preciosa muñeca rubia, que dos años antes había venido de
Galicia hasta Barcelona en busca de su media naranja, tal vez su instinto la
guió hasta mi, atraída por las recomendaciones de Cupido, no dudó de que yo era
el mejor hombre que podía encontrar en el mundo para ser su compañero para toda
la vida, cariñosa y juguetona me hizo darme cuenta, que lo que a mí me gustaba
eran las muñecas, desde entonces la traté como la muñeca más bella y tierna que
uno pueda tener.
Como
nos sentíamos muñecos, con nuestros juegos eróticos conseguimos dos muñequitos
más, para aumentar la familia, yo encantado jugaba con los retoños como si
fueran regalos de los reyes, por supuesto que casi desde que nacieron les
compramos muñecos, entre los más recordados de la época estaba Lucas, también
Pedro Picapiedra que mi hijo compró cuando tenía cuatro años, para el entonces
comprar significaba poner las cosas en el carro de la compra, después de
ponerlo dijo, (papá voy a jugar con él un ratito) lo cogió en la mano y cuando
llegamos al coche dijo, yo también compre a Pedro, solo que la cajera no se dio
cuenta y pasó gratis.
Sin
duda el que marcó época fue el Baby Mocosete, lo cuidaron tanto que cuando
tenían siete u ocho años le ponían su ropa de bebés, todavía mi hija lo
conserva en su capacho canastita, lo mío no tiene precio, mi mujer que tampoco
las tubo de pequeña, recoge cada muñeca que encuentra tirada en la basura o
abandonada, la lava, peina, asea, le hace jerséis, gorritos, pololos y patucos,
mi preferida era Michele, (le puse este nombre en honor a la señora de Obama,) el
caso es que mi hijo, también fan de las muñecas, se la llevó a su habitación y
es habitual verle dormir abrazado a ella, yo me tuve que conformar con otras.
Ahora
mi suerte ha cambiado, mi mujer encontró tirada esta preciosa rubia, parece
Sueca, colma todos mis deseos, hoy dormí la siesta abrazado a ella tumbado en
el sofá, cuando desperté pensé que había caído del cielo, por eso le bauticé
como Gloria, ahora ya puedo jugar sin que nadie me la quite, solo mi mujer
cuando quiera probarle nuevos modelitos, espero que no tenga celos de ella.
Los mal pensados, que sois muchos, os dejo libertad de
pensamiento, pero quiero que sepáis que para fantasías tengo a mí otra muñeca y
que eso no quita de que pueda dar abrazos a mis fans, incluidos los que son mis
mejores amigos aunque algunos son feos, la amistad de los que quiero sigue
estando por encima de todo.
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