sábado, 12 de noviembre de 2016

CALABAZAS



Este verano me tomé un respiro en mi gira veraniega,  en los alrededores del lago de Carucedo, después de un refrescante baño, encontré esta finca de calabazas, observando la variedad de ellas, me di cuenta, que una de ellas tenía un nombre escrito e incrustado  en su piel, por el crecimiento de la misma, tal vez una bella dama, había  escrito  su nombre en  ella, no sé que pretendía con eso, quizá le puso su nombre para que la calabaza fuera tan hermosa como ella, tal vez dejo su nombre como una pista al galán que se atreviera a seguir sus pasos, o simplemente dejar constancia de que había pasado por allí.
 Recodé entonces que según una leyenda, decía que el lago se formó por las lagrimas desesperadas de una bella dama, al no poder conseguir los favores de un general francés, en la época de los romanos, tal vez esta bella dama quedó encantada en la zona y cada año vuelve a ver si encuentra a su amor en el lago, el caso es que solo se que se llamaba Dorotea, recordé entonces que Dorotea era una canción que cantábamos en la juventud, casi siempre cuando estábamos borrachos, luego se me vino a la cabeza, que todo el campo podía representar los NO que nos dicen a lo largo de la vida, los desengaños, los tropiezos, las frustraciones, las oportunidades que nos pasan inadvertidas, aunque  mi ego me paró en las mozas que no quisieron escuchar mis peticiones de amistad, ellas se lo perdieron.
Pensé que estas enormes calabazas son tan grandes y pesadas, porque están llenas de todas las amarguras y frustraciones  que arrastramos, suerte que tenemos a la madre naturaleza que convierte todos esos sinsabores en un fruto dulce y delicioso, al igual que toda la basura que le lanzamos, nos la devuelve hecha alimento sano y sabroso.
Luego pensé que si nosotros fuéramos capaces de reciclarnos y pedir perdón a los que hemos ofendido alguna vez, tendiéramos la mano a aquellos que necesitados nos la piden, escucháramos a los que nos dan consejos, compartiéramos nuestras migajas, abrazáramos a los faltos de amor, ayudáramos a los necesitados y fuéramos por la vida predicando la paz, otro mundo sería posible.

Cuando desperté de mi pesadilla estaba al lado del lago, a la sombra de los arboles que hacen que te sientas como en el paraíso, después me bañé para relajarme mientras disfrutaba de la belleza del entorno, pero mi curiosidad me llevaba a pensar que tal vez era verdad y que la calabaza existía, tuve que ir a ver si era verdad que había fincas de calabazas, había varias, pero ninguna coincidía con la de mis sueños, a pesar de ello seguí mirando cada una de las calabazas  por si encontraba la de Dorotea, ni rastro, debió ser que mis sueños eran en parte reales, llevado por la emoción que acumulé en mi cerebro al encontrarme en este paisaje, solo conseguí que el brillante sol, casi  quemara mi calva desprotegida.
Regresé al lago, pensativo y casi incrédulo, confundiendo los sueños y la realidad, no acertaba a creer que soñando con una finca de calabazas estuviera en un sitio donde había varias, tampoco entendía por qué en mis sueños buscaba a Dorotea, nunca conocí ninguna con este nombre, el caso es que pasé un día tan feliz que me parecía vivir otro sueño, Ya lo dijo Calderón,  (que la vida es solo un sueño y que los sueños, sueños son.)

Dedicado al Sr. Del chiringuito, sin él, el lago y su entorno no sería lo mismo, siempre dispuesto a servir una cervecita fría o preparar un buen ágape si se lo pides.

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