domingo, 11 de septiembre de 2016

MI EXCURSION O CEBREIRO



Mi excursión  O Cebreiro.
Tal vez por seguir la tradición, o por gastar el efecto de los excesos, el caso es que ayer 9 de septiembre, emprendí una peregrinación, era el día del Santo Milagro, día de acudir al Cebrero, a pie, en coche, o por los medios que cada uno le apetezca, rematando la jornada con un copioso ágape campestre, o con unos bailes para rebajar los excesos.
Yo partí desde aquí, siguiendo más o menos el camino de Santiago más primitivo, que coincide casi todo con el cortafuego de la derecha siguiendo el cerro y termina en el fondo de la foto o sea en el Cebrero, la subida es potente ya que parto de unos 500 metros de altitud y acaba a más de 1400 m.






Durante la subida fui almacenando en mi retina, los inigualables paisajes, a pesar de la calima que me impedía hacer unas fotos aceptables, durante el camino algunos amigos poco comunes se dejaban ver, esta águila perdiguera, que se lucia a cierta distancia, siempre expectante a mis movimientos, son tan inteligentes que se dio cuenta que yo no era ningún peligro, solo un enamorado que quería llevar su foto como recuerdo.


Un poco más arriba, esta cierva aprovechaba el roció de la mañana para desayunar los frescos pastos, siempre con un ojo vigilando mis movimientos.
Ya cerca de lo más alto los edelweiss llenaban de hermosura mis pasiones internas, dándome fuerza para aliviar el cansancio acumulado en la dura subida, una hora veinticinco minutos sin apenas parar, solo pequeñas pausar para almacenar tanta belleza.
 

Una vez en lo más alto, en la torre de comunicaciones, paré el cronometro, era la hora de disfrutar de los alrededores, me sentí como un pequeño gigante, al mirar los cinco gigantes que dominan el entorno, hacía el norte los Ancares, Pena Rubia con más de 2000 metros parecía estar al alcance de mi mano.


 

Al mirar al este, casi me da un ataque de risa, el gigante Capeloso, con sus 1603 metros, al que veo desde la ventana de mi habitación como algo inalcanzable, parecía quedarse a mis pies, incluso me permití mofarme de él llamándole enano, (hoy puedo mirarte incluso por encima de tu caseta, pequeño monstruo) le dije.

 


A la derecha de Capeloso el Pico do Faro al sureste, se quedaba pequeño entre los otros picos. Al sur el techo de O caurel, el Pia Páxaro con sus 1483 metros se veía bajito, nada me parecía imposible, me creí tan alto que incluso levanté mi mano creyendo que podía tocar el cielo.






  
Empecé el viaje de regreso, tenía que bajar al Cebrero para reponer las energías consumidas, el depósito de mis reservas energéticas ya encendía las luces de alerta, lo primero era visitar a mi amigo el pulpero que me preparó un criollo con pan y vino, para poder continuar mi camino. 


  Luego saludar al Santo Milagro, que era el homenajeado en este día, yo no soy creyente y no esperaba ganar ninguna indulgencia ni perdón, solo era cuestión de respeto a los que creen en él, cuando me encontraba ante él se me vino a la cabeza rememorar una excursión que hicimos un grupo hace casi 25 años, con todo mi respeto le dije (Santo Milagro, dame fuerzas para seguir mi camino y si puede ser me vuelves a la edad que tenía entonces) la primera ya me la concedió, la segunda no, de momento.


Después de feriar un poco, tomé un café caliente y un chupito reconstituyente, era como darme un capricho entre tantas emociones.

 








 
Tomé la salida hacia Rubiais, igual que aquella vez, lleno de ilusión y fuerzas nuevas, subí el pequeño repecho que hay antes de tomar la bajada a todo trapo.


Paré en la fuente a rememorar mis años mozos, para dejar constancia, tomé una foto con mi mochila y el inseparable bastón, mientras echaba un trago para hidratarme del calor y el sudor de mí desenfrenada marcha.

De camino a Argenteiro, me encontré la fuente del vino, en esos momentos manaba agua y me esperé un cuarto de hora a que saliera el vino, me apetecía una copa, antes llegó un señor que me bajó de la burra, le bautizaron con ese nombre por que cuando se trabajaban los montes, los vecinos de Rubiais y Argenteiro ponían el vino en fresco en ella al tiempo que se refrescaban con el agua, aparte de la anécdota, ejercía de frontera entre Lugo y León, al tiempo que servía de punto de encuentro entre los paseantes de ambos pueblos que compartían sus batallitas a modo de filandón.



Sin darme cuenta se me estaba haciendo tarde, tenía que compartir mesa y manteles con mi santa esposa que había quedado guisando ternera con chantarelos, que tuve la suerte de recoger antes de que el verano secara los sotos donde suelen salir.



Raudo y a toda velocidad pasé por la Faba sin parar ni siquiera a rezar en la taberna, a la una estaba en casa a tiempo de ducharme y poner la mesa.
Luego solo dormí la siesta, había que reponerse, prometí y por supuesto cumplí, tenía que ir a Ponferrada a disfrutar escuchando y bailando con la ROYAL, para mí la mejor, no solo tocan bien, además te permiten piropear a la pareja al oído sin chillar, su volumen de decibelios siempre está al gusto de los bailarines.
Mis datos de viaje.  Salida de San Tirso a las 9 horas, llegada a las 13 horas.
Distancia 18 km. Aprox.  Tiempo total empleado, 3 horas, 28 minutos y 53 segundos.
Desnivel más de 900 metros.  Total subida 1 hora 25 minutos.
Media 11 minutos 39 segundos por km. Recorrido.  Dificultad media alta.
P.D. esta historia se la dedico a mi amigo Anxo Toimil, le invité a compartir esta aventura, el que es un mocete muy inteligente, buena persona y diplomático, me dijo que era una ruta muy bonita, que le gustaría hacerla con un experto como yo, pero que él estaba loco, pero no lo suficiente para acompañarme.







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