Espirito
maternal
Esta es la historia de una amiga de mi juventud, no es
que tengamos una relación de amistad fluida, ni siquiera continuada, cuando
coincidimos a veces con años de por medio, nos explicamos nuestras confidencias
a lo largo la vida con una sinceridad fruto de la confianza que teníamos
entonces, cuando formábamos parte de un grupo de jóvenes excursionistas.
Unos años después
me contó que intentó rehacer su vida, ninguno de sus elegidos le parecía
adecuado para ser el padre del hijo que tanto deseaba, un día encontró un mocetón,
aunque no fue un flechazo le pareció que era de lo mejor que tenía a su
alcance, se casaron por lo civil y pronto obtuvieron el fruto de su relación
tan deseado, una preciosa niña, ahora ya era
muy feliz, tenía todo lo que anhelaba, buen trabajo, cargo importante,
bien remunerado, buen marido y la hija más bonita que tanto había deseado, le
dedicaba todo el tiempo del que disponía, que no era mucho, se emocionaba con
cada pequeño progreso en su evolución cognitiva, sufría como cualquier madre
cuando la niña tenía un estornudo, sin embargo se olvidó de repartir el cariño,
todo era para su pequeña, el marido que tenía más tiempo, hacia casi todas las
cosas de casa para que ella tuviera más tiempo para la niña cuando regresaba,
un día el marido le dijo (sabes que hace ocho días que no nos damos un abrazo)
ella se lo tomó muy mal, le llamó egoísta y otras cosas, eso fue el principio
de las discusiones, en algo más de un año pusieron fin a su relación, no fue
posible llegar a un acuerdo en la custodia y después de un juicio el juez
decretó la custodia compartida, la niña estaba un mes con cada uno de ellos,
cuando la recogían siempre quedaban en el portal para hacer el intercambio sin
cruzar palabra, cuando la niña ya tenía seis años ya la mandaban bajar sola
para no verse.
Hace dos años en noviembre la encontré y de nuevo me
contó sus preocupaciones, me contó que la niña tenía mal carácter y problemas
en la escuela y con su pareja actual, dijo que no sabía qué hacer con ella, estaba
desesperada, barajaba la posibilidad de llevarla a un psicólogo, por si podía
ayudarla, yo le recomendé que lo mejor era acudir al servicio de mediación en
conflictos familiares que tiene el ayuntamiento de Sabadell, allí dos
o tres psicólogas escuchan por separado a las partes en conflicto, la
madre, el compañero, la niña y el padre de la niña, luego cada uno explica su
versión en una reunión conjunta delante de los demás, al día siguiente, ya más
sosegados, abordan las posibles soluciones, cada uno las suyas, no encontraron
ninguna solución ni siquiera el compromiso de buscarlas, las profesionales analizaron
la situación y como las partes no llegaron a un acuerdo, ellas proponen lo que
creen que es lo mejor, dejando claro que su opinión no es vinculante ni tienen
la obligación de hacerles caso, deben ser ellos los que lleguen a un compromiso
si les parece bien, ellas solo dan ideas.
La solución que les propusieron fue que cada vez que la
niña tuviera que cambiar de domicilio, lo hicieran siempre en una comida familiar
entre todos, al terminar la sobremesa se despidieran de la niña uno a uno los
que la despedían, animándole a pasarlo bien con el que le tocaba estar, a
regañadientes aceptaron la propuesta, el padre siempre que le tocaba despedirla
lo hacía en un restaurante, no quería que su ex, ni su pareja entraran en su
casa, la madre hizo lo mismo la primera vez, al ver que la niña mejoraba, la
segunda vez hizo la comida en casa con un bizcocho que sabía que le gustaba a
la niña, en los postres al traer el pastel su madre se lo regalo a la hija
diciéndole “se que te gusta, por eso te lo regalo, espero que lo compartas con
todos” si mamá, contestó Paula, de diez años, déjame el cuchillo que lo
repartiré yo, le dio un trozo grande a su madre, un trozo más pequeño a su
padre, otro también pequeño al compañero de la madre y uno grande como el de su
madre para ella, antes de empezar a comerlo su madre le preguntó ¿Por qué pones
un trozo grande para nosotras y pequeño para ellos? Mira mamá, tú te lo
mereces, he llegado por fin a lo que quería, tú has conseguido que tenga una
familia, a papá un poquito por que cuando era pequeña me dijo que me quería
cambiar por otra, a Juan le puse poco porque sé que no le gusta y a mí me lo
puse grande porque noto todo el cariño que has puesto al elaborarlo y el resto
me lo llevaré para comer toda la semana, así recordaré este momento cada día
como si estuviéramos juntos, los mayores nunca comprendéis a los niños, a veces
tenemos las explicaciones que nunca nos preguntáis.
Ahora todo cambió, Paula tiene buenas notas en el
colegio, su madre cree que es feliz, su ex y su pareja tienen una buena
relación cada vez que se juntan y la madre se esfuerza en mantener lo que
parece hace feliz a todos y también a ella, esta vez solo le pude decir que no
me olvide, espero seguir disfrutando de tu confianza, a veces la vida discurre por una senda en medio de un
hermoso bosque, con tantos árboles que no nos dejan ver su hermosura,
yo también me alegro de tu felicidad, ella solo contestó “hay cosas amigo mío que no regresan, las palabras
dichas, el tiempo transcurrido y los amores perdidos”.
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