domingo, 20 de noviembre de 2016

MI LAGARTO

Esta vez os voy a contar algo parecido a una tragicomedia, este verano mientras disfrutaba de unos meses de vacaciones en mi pueblo, tal vez para compensar los excesos, decidí cavar un trozo de huerto, no para recoger los ecológicos y preciados frutos, más bien para hacer salud y quemar algunas de las ingentes calorías acumuladas, el caso es que mi espalda no está acostumbrada a estas labores y tuve que empezar poco a poco, un día mientras estiraba mi espalda para descansar, me di cuenta que algo me observaba, me fijé en la pared y estos hermosos animalitos temerosos de verme se ponían en guardia, se escondían y asomaban su cabeza para ver cuáles eran mis intenciones, a los dos días me di cuenta que comían los restos orgánicos que mi mujer enterraba en el huerto, les di pan, trozos de melón, restos de carne, etc. se los coloqué en una bandeja al pie de la pared y cada día cuando yo trabajaba en el huerto aparecían cuatro o cinco, ya confiados en mi bondad tomaban el sol mientras veían como el sudor empapaba mi cuerpo, yo orgulloso de tener a estos amigos, también dejaba tiempo a los tordos que descubrieron que en mi huerto en la materia orgánica enterrada había una buena fuente de alimento para ellos.

 Una mañana, seguro que aconsejado por los de su especie este otro ejemplar se paró delante de mi puerta a tomar su ración de sol, le dije “hola Pluto” debía saber que yo sería un buen amigo y nos fuimos haciendo muy amigos, cada día le daba alguna cosa, llego a comer a menos de un metro de mi mano, un día cuando le estaba hablando de mis proyectos agrícolas, un maldito halcón bajo desde lo alto a velocidad de vértigo, con una precisión casi milimétrica se lo llevo en sus garras sin que yo pudiera hacer nada.
 Me quedé sin palabras maldiciendo al depredador, como podía llevarse tan salvajemente a mi Pluto, empecé a sentirme culpable pensando que yo le distraje de su vigilancia, no podía creer que esto me pasara a mí, casi no comí y me fui a dormir la siesta para contárselo a mi almohada, cuando me levanté con los consejos de mi cabecera y la reflexión lógica después de una tragedia, me di cuenta que la naturaleza es muy dura y a veces salvaje, ya lo decía mi abuela, pero a cambio había vivido de muy cerca y en directo algo que solo recordaba de los programas de Félix Rodríguez de la Fuente cuando un águila después de coger a un conejo marchaba con el por los aires para alimentar a sus polluelos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejame un comentario

Archivo del blog