Hoy
os voy a contar una historia que me sucedió hoy mismo, nos fuimos a una playa
al sur de Peñiscola, la playa de Irta, creo que se llama, mientras mi mujer
disfrutaba de los placeres de tomar el sol, yo como culo de mal asiento me fui
a pasear por las rocas, al poco rato encontré una piedra a muy buena altura,
ideal para sentarme a contemplar la belleza del mar, siempre he oído decir que
nuestro mar Mediterráneo era una pequeña balsa, empecé a mirar al norte, al
este y al sur y no divisaba el final en el horizonte, no era tan pequeño como
me contaron, era hermoso, placido, todo parecía invitar a bañarse, puse un pie
dentro del agua y se notaba fresca casi fría para mi, seguí contemplándolo y de
pronto una ola más grande me recordaba
que el mar tenía mucha fuerza y enfadado podía ser muy peligroso, me lo recordó
una grieta hecha en la roca llamada del soplador.
Esta es la roca, llamada así, por que cuando
hay olas aun que estas sean pequeñas, el agua llena la cavidad vacía que hay
debajo de la roca y sale el aire por la grieta con mucha fuerza que casi silba,
dicen que en los días de oleaje fuerte emite un sonido casi como la sirena de
un barco, podemos decir que el mar nos avisa de sus peligros, solo que a veces
los marineros no tienen en cuenta sus advertencias.
Este
es el soplador, todavía suena en mis oídos la fuerza de sus soplidos.
Embelesado por tanta belleza empecé a reflexionar cuan
útil y generoso es el mar, pronto llamo
mi atención un canto poco conocido que venía del mar, siguiendo los ecos empecé
a ver esta sirena que poco a poco emergía del agua, alucinado por la aparición,
la salude y ella empezó a contarme que en el fondo del mar poseía un hogar
lleno de belleza, corales multicolores y tesoros llenos de perlas, casi me
sentí ofendido por tanta ostentación, en mi tierra también hay cosas muy
hermosas y grandes tesoros le conteste, ella insistía que le acompañara al
fondo del mar para enseñarme todos sus tesoros, mostrándose atractiva y
haciendo brillar sus escamas, yo le conteste que yo tenía en mi tierra a una
mujer muy hermosa y que juntos recorríamos y disfrutábamos de los placeres
terrenales y de las maravillas que nuestro mundo nos ofrece, casi se me enfada,
tuve que quitarme la camisa para mostrarle el poderío de mis bíceps y tríceps,
a si como mi cara más amarga que a veces se me pone en circunstancias
difíciles, me giré de espalda para ignorarla y desapareció.
Seguí
caminando y encontré a esta barca
sola, triste, abandonada, rota y casi destartalada, empecé a pensar que tal vez
su capitán fue un lobo de mar que abría librado mil batallas con los corsarios,
tal vez sufrió los avatares de grandes temporales y tuvo que jugarse la vida
para devolver a su barca y a su tripulación sana y salva a puerto, si esta
barca me hablara, seguro que me contaría las juergas y borracheras de su
capitán, los amoríos pagados en cada puerto y tal vez los tesoros encontrados.
Nuevamente un canto mucho más hermoso y acompasado salía del mar al mismo tiempo que emergía esta sirenita, ponía su edad en un cartel, justo la edad preferida por mí, lucia ciertas curvas bien equilibradas, escamas transparentes y brillaba con una dulzura que me parecía estar viendo a lo más parecido a la hembra de mis sueños, me saludo y entendí su idioma al que nunca había oído, también ella entendía lo que yo acertaba a balbucear con la emoción, me desnudé para estar a su altura y que no se sintiera perturbada, al mismo tiempo que le mostraba mi cuerpo esbelto con todos mis atributos, me conto cuan hermoso era su paraíso en el fondo del mar y yo le conté que en la tierra había grandes praderas llena de flores multicolor, rosas que retenían el roció de la noche para brillar mas y que su perfume se extendía por todo el jardín de mi hogar, incluso el arco iris a menudo tendía puentes hacia otros mundos y culturas y que con sus colores se podía conseguir cualquier color.
También le conté que había placeres que no podían
describirse, que me acompañara y le mostraría todo mi universo, sin duda era
muy inteligente y se dio cuenta que yo no podía ir a su mundo ni ella venir al
mío, nos ofrecimos amistad eterna, yo le bauticé con el nombre de DESEO y ella
me llamo VIDASOL.
Ahora sé que cada vez que baya a una playa si le llamo
vendrá a contarme sus aventuras marinas y yo le contaré las terrícolas.
Estaba despidiéndola cuando un abrazo seguido de un
grito de mi mujer me trajo otra vez a este mundo, la pobre llevaba tres horas
buscándome, temiendo lo peor, tendré que compensarle por tan terrible disgusto,
se lo merece, siempre supe que nos necesitamos mutuamente, desde hoy ella será
mi sirenita terrícola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejame un comentario