Esta
vez os cuento algo fuera de toda lógica, yo no creo en milagros, ni en
la suerte, ni siquiera que las cosas estén escritas, el caso es que el
día uno de abril de este año, tuve el honor de compartir en mi casa los
manteles con unos amigos, para agradecernos nuestra invitación, además
de regalarnos su compañía nos regalaron dos tréboles, uno de cuatro y
otro de cinco hojas, dijeron que esto traía suerte, agradecimos el
detalle y las guardé en un libro de un encuentro de furgonetas para
disecarlas, solo quería conservarlas para recuerdo, la verdad es que ni
siquiera me había parado a pensar cuantas hojas tenían los tréboles, ni
siquiera si era excepcional que tuvieran más de tres.
El día cinco de este mismo mes, nos fuimos a la feria de Piedrafita del Cebrero, para promocionarla hacían varias actividades, una exposición de ganado, subasta de dos novillas y el sorteo de un cordero, yo que nunca me tocó nada, en rifas ni sorteos, ni siquiera creo en ellos, para ayudar un poco, sin vaciar el bolsillo, compré un boleto por un euro, en el sorteo la sorpresa fue mayúscula, me había tocado este precioso cordero.
El
antiguo dueño me explicó que su mamá no lo quería y que tuvo que
criarlo con biberón y que durante un tiempo tendría que darle alguno yo,
porque solo empezaba a pacer, yo pensaba que esto de no querer a los
hijos era solo cosa de humanos, una especie que nos hacemos llamar
humanos pero que somos los menos humanos de los animales, no solo
hacemos barbaridades, parece que también transmitimos nuestras malas
costumbres a los animales que domesticamos.
Cuando lo tuve en mis brazos me entristecí y me puse tierno, solo lo abracé y le dije (Amigo Perico conmigo serás feliz) sin darme cuenta, ya le había bautizado, fue tanta nuestra alegría que casi no nos paramos a comer nosotros, todo nuestro tiempo estaba dedicado a Perico, es tan cariñoso y tan buen compañero que nos sigue a todas partes, nunca tuve a un compañero tan encantador, se lo presenté a mi amigo León, para que fuera su amigo, como los dos son tan juguetones casi pasan de mi, ahora Perico es mi mascota, lo saco a pasear, acompañado del amigo León, a comer sus primeros pastos, le doy galletas cuando se porta bien y largos paseos para que se críe fuerte.
El caso es que me está trastocando mi filosofía de vida, ya no lo miro como una posible fuente de alimentar mi gula, cuando esté grande y gordito, empiezo a cuestionarme si tendré que repensar mí dieta, no soy un carnívoro pero de vez en cuando una costillada variada me da fuerzas, al mirar su carita no le miro con los ojos de devorador, más bien lo miro como un ser tierno que es capaz de transmitirme mucho mas, incluso jugamos para enseñarle a pelear, como los dos no tenemos cuernos, apoyamos nuestras cabezas y empujamos para fortalecer los músculos del cuello, ahora le preparé un huerto grande para que coma todo lo que le apetezca, el vecino me dejará al León para que lo cuide noche y día en mis ausencias, todo controlado para hacerle feliz, pero me asaltan las dudas. ¿Sabrá vivir sin nosotros? ¿Crecerá feliz sin otro de su especie? ¿Podría un carnívoro de dos o cuatro patas devorarlo? Luego empecé a tener más dudas, esta vez de mí, cuando llegue mayo tendré que regresar a Cataluña, ¿Podré vivir sin su compañía? ¿Es moral dejarlo solo y abandonado? ¿Podré seguir comiendo carne sin que me remuerda la conciencia?
Ante tanto dilema, me estoy planteando dárselo a un pastor para que lo incorpore a su rebaño y pueda tener al fin el cariño de los de su especie y pueda olvidar el mal trago de no ser querido por su madre, solo le pido al pastor que no lo mate, puede ser un buen macho para perpetuar la especie y transmitir mi cariño a sus futuros retoños, con tal de que me deje abrazarlo cuando regrese, me parece que es lo más justo, al fin y al cabo ¿Qué derecho tengo yo y mi egoísmo de privar a un ser tan tierno de su libertad?
En cuanto a mi dieta, creo que seguiré igual, el otro día una piedra me enseñó que los minerales también sienten y sufren, igual que las personas, animales y las plantas.
Desde hoy pienso que comeré la carne necesaria, las verduras que pueda comer para mantener mi equilibrio, romperé alguna piedra si no me deja seguir mi camino y sobre todo cuidaré la naturaleza que nos da todo lo que necesitamos, la carne, los vegetales, los minerales, los arboles que depuran el aire que respiramos, incluso las flores, que con su belleza alegran nuestra vista y existencia, siempre pensé que no hay nada tan generoso como las plantas aromáticas, nos piden que las pisemos para regalarnos su aroma. Después de todo pienso que la naturaleza y el mundo son así de salvajes y que los seres nos matamos unos a otros para seguir viviendo y que también nosotros seremos el menú de otras criaturas que también son necesarias para que la tierra siga existiendo, (Es ley de vida decía mi abuela).
El día cinco de este mismo mes, nos fuimos a la feria de Piedrafita del Cebrero, para promocionarla hacían varias actividades, una exposición de ganado, subasta de dos novillas y el sorteo de un cordero, yo que nunca me tocó nada, en rifas ni sorteos, ni siquiera creo en ellos, para ayudar un poco, sin vaciar el bolsillo, compré un boleto por un euro, en el sorteo la sorpresa fue mayúscula, me había tocado este precioso cordero.
Cuando lo tuve en mis brazos me entristecí y me puse tierno, solo lo abracé y le dije (Amigo Perico conmigo serás feliz) sin darme cuenta, ya le había bautizado, fue tanta nuestra alegría que casi no nos paramos a comer nosotros, todo nuestro tiempo estaba dedicado a Perico, es tan cariñoso y tan buen compañero que nos sigue a todas partes, nunca tuve a un compañero tan encantador, se lo presenté a mi amigo León, para que fuera su amigo, como los dos son tan juguetones casi pasan de mi, ahora Perico es mi mascota, lo saco a pasear, acompañado del amigo León, a comer sus primeros pastos, le doy galletas cuando se porta bien y largos paseos para que se críe fuerte.
El caso es que me está trastocando mi filosofía de vida, ya no lo miro como una posible fuente de alimentar mi gula, cuando esté grande y gordito, empiezo a cuestionarme si tendré que repensar mí dieta, no soy un carnívoro pero de vez en cuando una costillada variada me da fuerzas, al mirar su carita no le miro con los ojos de devorador, más bien lo miro como un ser tierno que es capaz de transmitirme mucho mas, incluso jugamos para enseñarle a pelear, como los dos no tenemos cuernos, apoyamos nuestras cabezas y empujamos para fortalecer los músculos del cuello, ahora le preparé un huerto grande para que coma todo lo que le apetezca, el vecino me dejará al León para que lo cuide noche y día en mis ausencias, todo controlado para hacerle feliz, pero me asaltan las dudas. ¿Sabrá vivir sin nosotros? ¿Crecerá feliz sin otro de su especie? ¿Podría un carnívoro de dos o cuatro patas devorarlo? Luego empecé a tener más dudas, esta vez de mí, cuando llegue mayo tendré que regresar a Cataluña, ¿Podré vivir sin su compañía? ¿Es moral dejarlo solo y abandonado? ¿Podré seguir comiendo carne sin que me remuerda la conciencia?
Ante tanto dilema, me estoy planteando dárselo a un pastor para que lo incorpore a su rebaño y pueda tener al fin el cariño de los de su especie y pueda olvidar el mal trago de no ser querido por su madre, solo le pido al pastor que no lo mate, puede ser un buen macho para perpetuar la especie y transmitir mi cariño a sus futuros retoños, con tal de que me deje abrazarlo cuando regrese, me parece que es lo más justo, al fin y al cabo ¿Qué derecho tengo yo y mi egoísmo de privar a un ser tan tierno de su libertad?
En cuanto a mi dieta, creo que seguiré igual, el otro día una piedra me enseñó que los minerales también sienten y sufren, igual que las personas, animales y las plantas.
Desde hoy pienso que comeré la carne necesaria, las verduras que pueda comer para mantener mi equilibrio, romperé alguna piedra si no me deja seguir mi camino y sobre todo cuidaré la naturaleza que nos da todo lo que necesitamos, la carne, los vegetales, los minerales, los arboles que depuran el aire que respiramos, incluso las flores, que con su belleza alegran nuestra vista y existencia, siempre pensé que no hay nada tan generoso como las plantas aromáticas, nos piden que las pisemos para regalarnos su aroma. Después de todo pienso que la naturaleza y el mundo son así de salvajes y que los seres nos matamos unos a otros para seguir viviendo y que también nosotros seremos el menú de otras criaturas que también son necesarias para que la tierra siga existiendo, (Es ley de vida decía mi abuela).
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