Mira que sois cabrones recordarnos la mili a los que nos obligaban a ir, bueno a mi no solo me obligaron a ir al campamento San Gregorio allí me hicieron cabo, luego a Sabiñanigo compañía esquiadores, como nadie quería ser cabo 1º me escogieron a dedo y superé todas las pruebas, total me enseñaron a esquiar y escalar, nunca volví a ponerme unos esquíes ni trepe ni siquiera al balcón de mi novia, o sea no me sirvió de nada.
Bueno en enero del año 1970 en plena mili aburrido me presenté voluntario para participar en la cabalgata de reyes de Sabiñanigo, nos juntamos en el cuerpo de guardia casi 50, como nadie se presentó a recogernos el oficial de guardia me nombró comandante de la tropa para que los llevara a la cabalgata, como allí no había ningún oficial ni el alcalde, solo el concejal de festejos, entre él y yo y dos empleados que conducían los tractores y unos cuantos niños llevamos la ilusión por todo el pueblo de ida y vuelta, cuatro grados bajo cero y 20 cm. de nieve, terminamos el recorrido a las diez de la noche, el pueblo nos aplaudió y el concejal nos dio las gracias, muertos de frio y con hambre me pidieron tiempo para comer un bocata, como jefe de la tropa, les pedí que si prometían no meterse en líos comieran el bocata y a las 11 estuvieran todos en la puerta del ayuntamiento para acompañarlos al cuartel, ya que sin mí no les dejarían entrar y si lo intentaban pasarían directos al calabozo, bien yo y dos amigetes nos fuimos a cenar y a las once en punto estábamos en el sitio acordado, no había nadie, esperamos un cuarto de hora y nadie asomaba, tomamos otros cafés y a las doce menos cuarto otra vez nadie, esperamos otro poco, volvimos a tomar otro café y otra copa, a las doce y media nadie, entonces ordené a mis amigos, salir uno por cada lado de la única calle y en cada bar soldado que veáis lo sacáis a ostias y si a la una no están aquí me voy para el cuartel y doy parte de todos los que no estén, por fin a la una llegaban los últimos, algunos la cogieron peleona y a puñetazos e insultos rodaban por el suelo, otros lloraban de melancolía por no pasar las fiestas con su familia, a otros les entró la vena artística y cantaban Asturias patria querida, lo malo es que teníamos que pasar por delante de la casa del teniente coronel, las viviendas de los oficiales y eso suponía que si se despertaban dormiríamos todos en el calabozo, como yo era el comandante el que más mandaba y ellos eran los mejores fichajes de todo el cuartel hicimos un pacto de caballeros, ellos andarían en silencio y yo trataría de entrarlos en el cuartel sin que los viera el oficial de guardia, llegamos al cuartel y al centinela que estaba en la puerta le ordené que llamara al suboficial de guardia, era mi amigo, le entregué la lista de los que entraban y le dije no despiertes al oficial que igual se cabrea, total que pasamos.
Al día siguiente cuando formamos en el patio el capitán dijo “los que estuvieron ayer en la cabalgata que salgan de la formación y se sitúen a este lado que quiero verles las caras” salimos y pregunto ¿Quién era el responsable? Yo mi capitán, respondí, ¡supongo que querrás darme las novedades voluntaria mente ¡ Si mi capitán yo soy el único responsable, me presenté voluntario porque sabía que el pueblo agradecía la presencia del ejército en la cabalgata y así fue, nos aplaudieron y vitorearon cuando pasábamos desfilando gallardamente con la antorcha, luego como comandante de la fuerza del desfile y suponiendo que en el cuartel la cocina estaría cerrada concedí permiso a mis súbditos para comer un bocadillo antes de regresar, el tiempo y las circunstancias hicieron que se hiciera un poco tarde, bien es cierto que algún soldado añorando la ausencia de su familia quiso ahogar sus penas, otros celebraron el éxito de la cabalgata y otros tenían mucha sed bebieron un poco más de la cuenta, lo malo es que les sentó mal con el frio, algunos les entraron ganas de llorar y se les congelaron las lagrimas, otros se sentían cantantes pero con el frio sus melodías eran más bien ruidos molestos, en todo momento cumplieron con gallardía y decoro los cometidos por mi ordenados , a pesar de las adversidades regresamos al cuartel orgullosos del deber bien cumplido y sin ninguna novedad, repito sin ninguna novedad mi capitán.
Entonces el capitán dio su veredicto “Tiene cojones la cosa, venía dispuesto a quitarme el frio a ostias por despertarme ayer noche y me encuentro que un cabo primero asume la fechoría como único culpable, además me explica una historia tan creíble como el quijote, bueno ahora pensaré lo que hago con vosotros pero a ti cabo primero te felicito por qué tienes unos cojones, gracias mi capitán, si pudiera Vd. concederme una semanita de permiso, es que quiero escribir la historia sabe. No puede ser contestó pasado mañana nos vamos para Rioseta hacer los cursos de esquí y espero que allí me devuelvas el favor ganando el primer premio en los campeonatos de final de curso, al final del curso mis dos amigetes, yo y dos más, ganamos el primer puesto en la prueba por patrullas, nos abrazó infringiendo el protocolo y le hicimos pagar los cafés con leche.
Bueno en enero del año 1970 en plena mili aburrido me presenté voluntario para participar en la cabalgata de reyes de Sabiñanigo, nos juntamos en el cuerpo de guardia casi 50, como nadie se presentó a recogernos el oficial de guardia me nombró comandante de la tropa para que los llevara a la cabalgata, como allí no había ningún oficial ni el alcalde, solo el concejal de festejos, entre él y yo y dos empleados que conducían los tractores y unos cuantos niños llevamos la ilusión por todo el pueblo de ida y vuelta, cuatro grados bajo cero y 20 cm. de nieve, terminamos el recorrido a las diez de la noche, el pueblo nos aplaudió y el concejal nos dio las gracias, muertos de frio y con hambre me pidieron tiempo para comer un bocata, como jefe de la tropa, les pedí que si prometían no meterse en líos comieran el bocata y a las 11 estuvieran todos en la puerta del ayuntamiento para acompañarlos al cuartel, ya que sin mí no les dejarían entrar y si lo intentaban pasarían directos al calabozo, bien yo y dos amigetes nos fuimos a cenar y a las once en punto estábamos en el sitio acordado, no había nadie, esperamos un cuarto de hora y nadie asomaba, tomamos otros cafés y a las doce menos cuarto otra vez nadie, esperamos otro poco, volvimos a tomar otro café y otra copa, a las doce y media nadie, entonces ordené a mis amigos, salir uno por cada lado de la única calle y en cada bar soldado que veáis lo sacáis a ostias y si a la una no están aquí me voy para el cuartel y doy parte de todos los que no estén, por fin a la una llegaban los últimos, algunos la cogieron peleona y a puñetazos e insultos rodaban por el suelo, otros lloraban de melancolía por no pasar las fiestas con su familia, a otros les entró la vena artística y cantaban Asturias patria querida, lo malo es que teníamos que pasar por delante de la casa del teniente coronel, las viviendas de los oficiales y eso suponía que si se despertaban dormiríamos todos en el calabozo, como yo era el comandante el que más mandaba y ellos eran los mejores fichajes de todo el cuartel hicimos un pacto de caballeros, ellos andarían en silencio y yo trataría de entrarlos en el cuartel sin que los viera el oficial de guardia, llegamos al cuartel y al centinela que estaba en la puerta le ordené que llamara al suboficial de guardia, era mi amigo, le entregué la lista de los que entraban y le dije no despiertes al oficial que igual se cabrea, total que pasamos.
Al día siguiente cuando formamos en el patio el capitán dijo “los que estuvieron ayer en la cabalgata que salgan de la formación y se sitúen a este lado que quiero verles las caras” salimos y pregunto ¿Quién era el responsable? Yo mi capitán, respondí, ¡supongo que querrás darme las novedades voluntaria mente ¡ Si mi capitán yo soy el único responsable, me presenté voluntario porque sabía que el pueblo agradecía la presencia del ejército en la cabalgata y así fue, nos aplaudieron y vitorearon cuando pasábamos desfilando gallardamente con la antorcha, luego como comandante de la fuerza del desfile y suponiendo que en el cuartel la cocina estaría cerrada concedí permiso a mis súbditos para comer un bocadillo antes de regresar, el tiempo y las circunstancias hicieron que se hiciera un poco tarde, bien es cierto que algún soldado añorando la ausencia de su familia quiso ahogar sus penas, otros celebraron el éxito de la cabalgata y otros tenían mucha sed bebieron un poco más de la cuenta, lo malo es que les sentó mal con el frio, algunos les entraron ganas de llorar y se les congelaron las lagrimas, otros se sentían cantantes pero con el frio sus melodías eran más bien ruidos molestos, en todo momento cumplieron con gallardía y decoro los cometidos por mi ordenados , a pesar de las adversidades regresamos al cuartel orgullosos del deber bien cumplido y sin ninguna novedad, repito sin ninguna novedad mi capitán.
Entonces el capitán dio su veredicto “Tiene cojones la cosa, venía dispuesto a quitarme el frio a ostias por despertarme ayer noche y me encuentro que un cabo primero asume la fechoría como único culpable, además me explica una historia tan creíble como el quijote, bueno ahora pensaré lo que hago con vosotros pero a ti cabo primero te felicito por qué tienes unos cojones, gracias mi capitán, si pudiera Vd. concederme una semanita de permiso, es que quiero escribir la historia sabe. No puede ser contestó pasado mañana nos vamos para Rioseta hacer los cursos de esquí y espero que allí me devuelvas el favor ganando el primer premio en los campeonatos de final de curso, al final del curso mis dos amigetes, yo y dos más, ganamos el primer puesto en la prueba por patrullas, nos abrazó infringiendo el protocolo y le hicimos pagar los cafés con leche.
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