primero que hice fue ir a ver si mi berza resistía los avatares invernales, estaba fuerte ni siquiera el viento era capaz de mover más que sus hojas, abracé su robusto tronco, le conté mis aventuras de los cinco meses de ausencia, le transmití mi calor mientras sus hojas dejaban caer el agua acumulada para bendecir mi presencia.
Luego me lavé la cara con nieve, un vecino me dijo que si se lavaba la cara con nieve quedaba el cutis más fresco, regresé al lado de mi cocina para preparar un desayuno consistente, el día parecía muy excitante.
Tome un selfy para dejar constancia del momento, luego preparé mis botas de montaña, mi bastón de caminata y a disfrutar como un enano, caminé durante dos horas montaña arriba y abajo llenando mi retina de las mejores postales, seguí las huellas de zorro, jabalí, algún pájaro que buscaba de comer y otros que simplemente me saludaban, ya me
conocen y saben que nunca les haría daño.
De regreso me encontré este plato de ducha que usaba mi madre para bañarnos cuando éramos pequeños, lo ponía en la cocina y con el agua calentita de la particular vitro nos dejaba limpios como el oro, ponía el agua en un cubo grande para tener la temperatura adecuada y nos duchaba con un bote con asa que mi mujer llama tangue.
El caso es que tal vez en un ataque de nostalgia, decidí rememorar viejos tiempos, eso sí cambié el plato de ducha por la bañera, pero mi mujer con su tangue me regaba con el agua del cubo al tiempo que fregaba mi espalda, luego me puso crema anti edad y todos lo que se le puede hacer a un hombre rebosando felicidad, por estar de vacaciones, por la mejor compañía, por el mejor entorno y por el mejor tiempo.
Sin embargo no todo es felicidad, tenía entre ceja hacer un cocido en la pota que usaba mi madre, salía delicioso, cuando la encontré ya mi mujer la había llenado de plantas el año pasado, dejando ajos plantados para cuando regresáramos tener ajos tiernos para hacer una tortilla, que le vamos hacer ella solo pensaba en darme una sorpresa, el cocido puede hacerse en otra olla, pero mi nostalgia se quedó frustrada, a cambio le pedí un abrazo que gustosamente me regaló.
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